GRITÉ
EN UN RECITAL DE AGRUPASIÓN PAZIÓN
Por Pocho Sabogal
“¡Ritmo
Ritmo!” Grité en un recital de la Agrupasión Pazión en La Ventola el año pasado (2011). No
me refería solo al ritmo latino preciso ejecutado ni al sabor dulce y embriagador de
la cumbia. Hablaba también de la Sagrada
Escritura por ejemplo, la densidad de
“Dense Air” de Brian Eno en su disco “Drums between the bells”. A “Wildfire” (con Little Dragon) y
“Ready Set Loop” de SBTRKT.
El
Ritmo se estira sobre el tiempo y lo presentifica al palo. El tiempo deja de
ser esa mierda capitalista o ese ligero aeroplano espiritual, pasa a ser una
vena (en la electrónica) o una arteria palpitando corcheas (en la gente que baila cumbia), siempre corcheas por el bulbo raquídeo.
La masa encefálica cascarea al compás invisible y los pistones del cuerpo
humano socavaban el humo del alma temblando.
El
Ritmo es la filosofía tempo-espacial. Se apodera de la propiedad privada, del
espacio íntimo y lo diversifica, le devuelve el barro del Génesis. El Ritmo es
un moog como suero. El ruido amplificado de los amplificadores cuando se
prenden.
“Dopeness”
comentario recurrente en Youtube.
Leonardo Da Vinci creó la beatmachine pero
nadie le dio bola y quedó perdido el boceto debajo de los cimientos de algún
edificio en Venecia.
La
Melodía pierde el corazón y por ello lo lleva lejos pero luego, pasada la
tormenta vital y el peregrinaje del frenesí la mente vuelve a controlar y surge
el arrepentimiento, la nostalgia o la confusión.
El
Ritmo en cambio protesta contra las ordenanzas municipales del cerebro y ataca la mente. El corazón sigue
pero no por motu propio. Cuando termina la tormenta, no hay arrepentimiento, ni
nostalgia ni confusión. El Ritmo se camufla y se disuelve como cualquier otro
proceso interno del cuerpo que no se siente. El Ritmo es funcional, es Realismo
pero no del siglo XIX: es la realidad de cada uno.
El
Tambor debe pasar de ser un cuerpo externo a interiorizarse. Solo así podremos
pestañear al compás de nuestra alma.
“Morir es solo un
silencio de corchea.”
Alex Delarge.