sábado, 29 de diciembre de 2012


NO SE LE PAGA A LOS VIGILANTES SOLO CON PLATA


“Back door, cum shot”
La línea, El Sonido Real

"Les cuido el coche muchachos"

Por Pocho Sabogal
Un buen recital es un buen recital. Después de ver Los Zombis, Poroto Supremo y El Sonido Real en C. C. Matienzo nos fuimos a por unas Coronas y un fernet en los bosques de Palermo. Mi amigo de Flores manejaba el Taunus con grandes asientos donde uno se hunde. Mi amigo de Belgrano con su cresta y sus brazos colgando por la ventana sin suspirar.

Es sabido el tráfico que hay en los bosques de Palermo, el Amor lanza flechazos escondiéndose detrás de un taxi estacionado.

Belleza.                                                              Hermosa.

                     ¡ Cuidado, con la puerta de atrás!

Fijate bien cómo estacionás, y quién te cuida el auto y quién te cuida cuando estás borracho.

Ahora no trabajo y eso en mi caso solo significa tiempo.

Pablo Berardi (cantante, sintetizador zombi style) es una persona creativa. Tiene un factor dérmico de lo rítmico fuera de lo típico paupérrimo. Los Zombis son el gothic surf pasado por trasnochados virtuosos del Abasto. Hay un bajo incansable que mantiene las guirnaldas colorinches y la sombra de Tánatos (alguna vez explicaré esta frase, tiene que ver con la música Balcánica).

Hay una batería precisa (después de ver a Chris Dave, es lo primero que busco en los bateristas de hoy, los bateristas de la segunda Escuela) e impecable. Además una guitarra Robert Fripp lata de duraznos vacía raspando las cejas, la espalda, la garganta afónica, todo lo que raspa esa guitarra ejecutada con acordes de conservatorio y rasguidos de alguien que no terminó el secundario.

Luego tocó Poroto Supremo y se me prendió el intelectualismo psicodélico (todo por volver al útero y charlar con Él que se esconde detrás de las cortinas) mi famosísimo affaire con la disonancia, Monk-Zappa-Flying Lotus y mi defensa de la repetición como único rasgo de estilo válido.

Me cuesta no pensar mientras escucho lo que pasas enfrente mío. Pero los Poroto hicieron de las suyas para no dejarme tranquilo. Es la primera vez que los vi así sacados (aunque yo quería que rompieran algo, solo para escuchar la máxima disonancia) y fue increíble. Espero pronto que saquen otro disco estos muchachos. El tecladista ha partido ¿temporalmente? al submundo donde Pac Man lo espera con un libro de Lenguaje Java (programación de computadora) todo besuqueado con rouge/ lápiz labial.

Por otro lado se rumoreaba entre los habitués de Matienzo la necesidad de ampliar una escalera y poner un trampolín en la terraza. Lo segundo se logró cuando en un momento quedamos todos apretados y las ideas de nuestras cabezas se hicieron forma: guiso de verduras.

¿Se entiende hasta acá?

Finalmente tocó El Sonido Real que escuché mitad del show porque me quedé sin plata y había que ir a recargar energías a otro “Calendario” (acá si me zarpé, pero este año estuvimos hablando de Oliverio Girondo). Digamos que fui a otro lado y listo.


Disfrutad y no terminen como yo en una esquina comiendo hamburguesa. Pero no estaba solo, sino con dos galanes del asfalto que disfrutan apagar las luces del coche cuando vuelven de noche, por la ruta, desde Luján. Con dos galanes que escuchan música de su compu mirando el patio interior del edificio, desde un balcón, con plantitas y una re bicicleta que anda re piola.

Y no importa si ahora cambie el celu y tengo uno que saca fotos.
Y no importa cuánta música escuchás si al final te acordás re poquito... Un coro en la ópera Turandot, un solo de bata, un joven tecladista que acomoda y arremanga su camisa y la facha, un guitarrista/cantante que no sabe si saludar a su novia desde el escenario o no... una cantante/ percusionista que se toma todas las consumiciones de la banda... un crítico de una revista que no conoce a nadie y que está de acuerdo con la suba de tarifa de los transportes públicos.

Algún día haré un texto donde el narrador, lo autobiográfico, no aparezca, entonces ahí descorchamos el Sidra, o quizás hoy, en un rato, después de bicicletear por el barrio después de una discusión en familia.

¡Ten una familia y construye una puerta!

Obvio, me quedo hablar un poco del cum shot, pero che, no soy novelista.

lunes, 3 de diciembre de 2012


Tengo que releer Ulyses de Jota Jota. Tengo leer y llegar hasta el final. Detrás de toda esa montaña de piedritas, cal, cemento, se esconde un pastel de arándanos. 


Detén los caballos atropellados de tu mente, dijo uno de los primeros amigos.

No escribís porque te paguen, y hasta no te importa la fama y casi ni que te digan si está bueno o malo. La gente se equivoca, la historia se reescribe cada día. ¿Qué importa lo que alguien diga?

Importa solo decirlo.

Yo tengo esa necesidad. Lisa y llana necesidad. Es la que va para mí.

El texto de Jota Jota claramente retoma esta idea y en la antología fantástica de J. L. Borges y la pandilla dice algo así como: “gozaba especialmente de una gran técnica verbal”. Aludiendo a su única virtud, ¿dando a entender no?

Hasta ahora no pude pasar de unas pocas páginas, toda mi labor mental se resume en otro relato: El Perseguidor. Julio Cortázar. Verdadera situación.

Ser la leyenda o ver la leyenda hacerse leyenda. Ser o Ver. ¿Imposible las dos no?