miércoles, 23 de mayo de 2012
Por Pocho Sabogal
La cantidad de nombres de artistas, curadores, gente del under, bares. Nombres de críticos de acá, de Europa, de USA, de cualquier parte. Nombres de calles donde juntarse a zapar, a tomar una birra, a tomar unos mates. Juntarse para intercambiar otros nombres. Buscarlos en la web. Mensajearse, mandarse párrafos que expliquen esos nombres, que den fechas, que expliquen esas fechas.
En fin, la erudición, tiene un gustito hermoso pero es claramente un círculo vicioso, o en su mejor caso, un espiral que nos allega al centro donde nos espera, eso pensamos, un sillón, una cama, algo donde tirarnos y descansar y disfrutar de UNO de todos esos nombres.
Con los años los nombres se multiplican, las modas, los géneros, las maneras de entender, los actores, directores, las imágenes, los museos que hay que ir a ver, los blogs que hay que leer.
La erudición va en contra de la sabiduría. La erudición va hacia atrás pero con las ansías de entender el ahora y si se puede lo que se viene. Es la ansiedad más ansiosa, el mandibuleo del cerebro y los dedos y los ojos que van de izquierda a derecha. Todo mandibulea.
La erudición atenta contra la propia cultura que la permite: la cultura letrada. La palabra. La palabra que fija, pero hasta ahí, y por eso buscamos nuevas palabras... y siempre hasta ahí, en el frenesí de escribir, de escuchar, DE ESTAR LOCO POR HABLAR Y HABLARLO TODO.
Y mientras tanto pagar la cuenta, las birras, encontrar una pareja, pagar el crédito del celular, llegar a tiempo al bondi, caminar o subirse o llevar en auto: cosas, personas.
Nombres.
Foto: Cecilia Szalkowicz, Revista Sauna.
miércoles, 16 de mayo de 2012
LA FUSIÓN, MÁS ALLÁ DEL IMPRESIONISMO Y LA RUTINA.
Por Pocho
Sabogal
Para hacer
las cosas más fáciles digamos que en vez de rock jazz o jazz fusión, diremos
fusión a secas:
la fusión
es fusión. Mezcla, enjambre de insectos dorados sobre platillos, órganos que
desprenden llamas ínfimas en su tractoreo, las maderas y los plásticos de las
guitarras, las teclas y los vientos, la batería barroca agregando por todos
lados. Los ejemplos son: Bitches Brew (1969-1970), o el
productor Squarepusher en “Music is one rotted note”. Pongo
Bitches Brew sin comillas porque es un género en sí, un cuadro colgante que
deja caer, derramar los óleos coloridos que se plastifican por su tela extensísima.
La fusión
es pintura que sobra, que mancha, que en su exceso, en sus burbujas, en su
goteo forma esculturas. La fusión es movimiento en círculos, es ir hacia ningún
lado pero ir todo el tiempo. La fusión cansa, y esto es porque la unión de
nexos, hilos conductores produce mucha intensidad. Cansa recibir la información
como largas oraciones sin punto final. Electricidad. La fusión es
necesariamente eléctrica porque se debe escuchar el zumbido de los enchufes, el
chispazo infinito que viaja por el fuelle metálico de los transformadores y el
alambrado del micrófono.
Pocos han
aguantado esta intensidad tanto en ensayos, en conversaciones como en vivo.
Aunque el vivo suele ser más lúdico centrado en los ecos dentro de un tambor
que se multiplican y encapsulan las melodías. Es más fácil supongo.
La melodía
en la fusión es una utopía, solo queda el jadeo, los bronquios y el desliz, el
error hecho estilo.
La fusión
es aquel lugar donde coquetea la derecha política cuando piensa en la
perspectiva de los de la izquierda. La fusión es el lugar donde por otro lado,
la izquierda se autodestruye, donde la ética muere por la boca. Donde brota de
su palabra rota, un desangre milenario. La ética no existe. La única ética es
el silencio. Pero no cualquier
silencio sino el silencio abismal: La no-música.
Muchos sin
embargo creen encontrar este silencio en los respiros, los susurros, las
cataratas de aire y los aleteos del viento, es decir, lo encuentran en la
Naturaleza. Allí, en su refugio y en su abrazo de suerte, el hombre encuentra
el sonido, no la música, ni el ritmo o el tiempo sino la vibración. Pero esta
idea es solo una idea y por ello sobrevive a los hombres que buscan su paradero.
martes, 15 de mayo de 2012
CONTRAPUNTO: HARMONY KORINE Y ..
Por Pocho Sabogal
El contrapunto es lo que se construye en contra de. Pero lo opuesto nace en potencia, como el enojo del amor, la crítica del halago y por ello el contrapunto ha y será por siempre mandamiento de muchos manifiestos, presa cautiva del under y de películas mentales de miles de transeúntes que viajan en transporte público.
Mi ejemplo preferido constituye la película Gummo en el momento donde suena la canción de Roy Orbison, "Crying", una balada que conmueve a contrapunto de unas imágenes 100% Harmony Korine, y toda su herencia de cine al margen del cine sobre el cordón de la vereda por donde un gato y un perro no se distinguen más que por su sombra.
La propia canción de Roy Orbison tiene 2 crescendos, uno que constituye su voz grave y bien pronunciada que se va abriendo a un aguda semi falsete y el otro que subyace, sostiene o aparece y desaparece: los violines. Esta dinámica, esta intensidad que se va construyendo sirve de contrapunto al primer plano del niño con orejas rosas de conejo debajo de la lluvia que une todo. Siempre la lluvia une, y por ello une lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, y sí, la lluvia será y siempre fue, más allá de los manifiestos y los seres humanos: contrapuntísitica.
Para otra definición de contrapunto escuchen Charlie Mingus que coordina y ensambla solos de sobretodo saxos sobre ritmos de la calle y herencia tradicional. Mingus es ese director de orquesta jazz que llevó el swing de los 20 y 30, la elegancia de los 40 a un contrapunto barroco (porque el barroco es uno de esos estilos que ponen sobre un altar esto) impresionante, grotesco, bufón, saltarín por demás. Fijense cuantos cambios de tempo (molestos) sin respiro en The Black Saint and the sinner lady, el jazz ballet que su mente trajo a relucir. No hay silencio, no hay freno, ni aun para una colgada guitarra flamenca que introduce. El contrapunto lo absorbe todo forever and ever amen. Claro que el barroco tuvo sus muchos seguidores católicos.
Y no me vengan con stuck in the middle with you de Tarantino en Perros de la calle... es bueno el corte de oreja, pero ¿hace falta cortar una oreja cuando podés tener puestas unas de conejo y en la mano un gato muerto con un corazón de collarcito?
Por Pocho Sabogal
El contrapunto es lo que se construye en contra de. Pero lo opuesto nace en potencia, como el enojo del amor, la crítica del halago y por ello el contrapunto ha y será por siempre mandamiento de muchos manifiestos, presa cautiva del under y de películas mentales de miles de transeúntes que viajan en transporte público.
Mi ejemplo preferido constituye la película Gummo en el momento donde suena la canción de Roy Orbison, "Crying", una balada que conmueve a contrapunto de unas imágenes 100% Harmony Korine, y toda su herencia de cine al margen del cine sobre el cordón de la vereda por donde un gato y un perro no se distinguen más que por su sombra.
La propia canción de Roy Orbison tiene 2 crescendos, uno que constituye su voz grave y bien pronunciada que se va abriendo a un aguda semi falsete y el otro que subyace, sostiene o aparece y desaparece: los violines. Esta dinámica, esta intensidad que se va construyendo sirve de contrapunto al primer plano del niño con orejas rosas de conejo debajo de la lluvia que une todo. Siempre la lluvia une, y por ello une lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, y sí, la lluvia será y siempre fue, más allá de los manifiestos y los seres humanos: contrapuntísitica.
Para otra definición de contrapunto escuchen Charlie Mingus que coordina y ensambla solos de sobretodo saxos sobre ritmos de la calle y herencia tradicional. Mingus es ese director de orquesta jazz que llevó el swing de los 20 y 30, la elegancia de los 40 a un contrapunto barroco (porque el barroco es uno de esos estilos que ponen sobre un altar esto) impresionante, grotesco, bufón, saltarín por demás. Fijense cuantos cambios de tempo (molestos) sin respiro en The Black Saint and the sinner lady, el jazz ballet que su mente trajo a relucir. No hay silencio, no hay freno, ni aun para una colgada guitarra flamenca que introduce. El contrapunto lo absorbe todo forever and ever amen. Claro que el barroco tuvo sus muchos seguidores católicos.
Y no me vengan con stuck in the middle with you de Tarantino en Perros de la calle... es bueno el corte de oreja, pero ¿hace falta cortar una oreja cuando podés tener puestas unas de conejo y en la mano un gato muerto con un corazón de collarcito?
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