sábado, 29 de diciembre de 2012


NO SE LE PAGA A LOS VIGILANTES SOLO CON PLATA


“Back door, cum shot”
La línea, El Sonido Real

"Les cuido el coche muchachos"

Por Pocho Sabogal
Un buen recital es un buen recital. Después de ver Los Zombis, Poroto Supremo y El Sonido Real en C. C. Matienzo nos fuimos a por unas Coronas y un fernet en los bosques de Palermo. Mi amigo de Flores manejaba el Taunus con grandes asientos donde uno se hunde. Mi amigo de Belgrano con su cresta y sus brazos colgando por la ventana sin suspirar.

Es sabido el tráfico que hay en los bosques de Palermo, el Amor lanza flechazos escondiéndose detrás de un taxi estacionado.

Belleza.                                                              Hermosa.

                     ¡ Cuidado, con la puerta de atrás!

Fijate bien cómo estacionás, y quién te cuida el auto y quién te cuida cuando estás borracho.

Ahora no trabajo y eso en mi caso solo significa tiempo.

Pablo Berardi (cantante, sintetizador zombi style) es una persona creativa. Tiene un factor dérmico de lo rítmico fuera de lo típico paupérrimo. Los Zombis son el gothic surf pasado por trasnochados virtuosos del Abasto. Hay un bajo incansable que mantiene las guirnaldas colorinches y la sombra de Tánatos (alguna vez explicaré esta frase, tiene que ver con la música Balcánica).

Hay una batería precisa (después de ver a Chris Dave, es lo primero que busco en los bateristas de hoy, los bateristas de la segunda Escuela) e impecable. Además una guitarra Robert Fripp lata de duraznos vacía raspando las cejas, la espalda, la garganta afónica, todo lo que raspa esa guitarra ejecutada con acordes de conservatorio y rasguidos de alguien que no terminó el secundario.

Luego tocó Poroto Supremo y se me prendió el intelectualismo psicodélico (todo por volver al útero y charlar con Él que se esconde detrás de las cortinas) mi famosísimo affaire con la disonancia, Monk-Zappa-Flying Lotus y mi defensa de la repetición como único rasgo de estilo válido.

Me cuesta no pensar mientras escucho lo que pasas enfrente mío. Pero los Poroto hicieron de las suyas para no dejarme tranquilo. Es la primera vez que los vi así sacados (aunque yo quería que rompieran algo, solo para escuchar la máxima disonancia) y fue increíble. Espero pronto que saquen otro disco estos muchachos. El tecladista ha partido ¿temporalmente? al submundo donde Pac Man lo espera con un libro de Lenguaje Java (programación de computadora) todo besuqueado con rouge/ lápiz labial.

Por otro lado se rumoreaba entre los habitués de Matienzo la necesidad de ampliar una escalera y poner un trampolín en la terraza. Lo segundo se logró cuando en un momento quedamos todos apretados y las ideas de nuestras cabezas se hicieron forma: guiso de verduras.

¿Se entiende hasta acá?

Finalmente tocó El Sonido Real que escuché mitad del show porque me quedé sin plata y había que ir a recargar energías a otro “Calendario” (acá si me zarpé, pero este año estuvimos hablando de Oliverio Girondo). Digamos que fui a otro lado y listo.


Disfrutad y no terminen como yo en una esquina comiendo hamburguesa. Pero no estaba solo, sino con dos galanes del asfalto que disfrutan apagar las luces del coche cuando vuelven de noche, por la ruta, desde Luján. Con dos galanes que escuchan música de su compu mirando el patio interior del edificio, desde un balcón, con plantitas y una re bicicleta que anda re piola.

Y no importa si ahora cambie el celu y tengo uno que saca fotos.
Y no importa cuánta música escuchás si al final te acordás re poquito... Un coro en la ópera Turandot, un solo de bata, un joven tecladista que acomoda y arremanga su camisa y la facha, un guitarrista/cantante que no sabe si saludar a su novia desde el escenario o no... una cantante/ percusionista que se toma todas las consumiciones de la banda... un crítico de una revista que no conoce a nadie y que está de acuerdo con la suba de tarifa de los transportes públicos.

Algún día haré un texto donde el narrador, lo autobiográfico, no aparezca, entonces ahí descorchamos el Sidra, o quizás hoy, en un rato, después de bicicletear por el barrio después de una discusión en familia.

¡Ten una familia y construye una puerta!

Obvio, me quedo hablar un poco del cum shot, pero che, no soy novelista.

lunes, 3 de diciembre de 2012


Tengo que releer Ulyses de Jota Jota. Tengo leer y llegar hasta el final. Detrás de toda esa montaña de piedritas, cal, cemento, se esconde un pastel de arándanos. 


Detén los caballos atropellados de tu mente, dijo uno de los primeros amigos.

No escribís porque te paguen, y hasta no te importa la fama y casi ni que te digan si está bueno o malo. La gente se equivoca, la historia se reescribe cada día. ¿Qué importa lo que alguien diga?

Importa solo decirlo.

Yo tengo esa necesidad. Lisa y llana necesidad. Es la que va para mí.

El texto de Jota Jota claramente retoma esta idea y en la antología fantástica de J. L. Borges y la pandilla dice algo así como: “gozaba especialmente de una gran técnica verbal”. Aludiendo a su única virtud, ¿dando a entender no?

Hasta ahora no pude pasar de unas pocas páginas, toda mi labor mental se resume en otro relato: El Perseguidor. Julio Cortázar. Verdadera situación.

Ser la leyenda o ver la leyenda hacerse leyenda. Ser o Ver. ¿Imposible las dos no?

viernes, 30 de noviembre de 2012

#jazzentiemposdebateristas


“Tight as fuck”

“La literatura es un engaño”
José Mak

Por Pocho Sabogal
Dejáme engañarte dice la fotógrafa. Ok. Gasto 100p en la Slaf jueves de Jazz. Hashtag hashtag… en tiempos de bateristas, las fotografías no sirven. Palabras tampoco. No estoy hablando de héroes del Mothership rioplatense, estoy hablando de puro simple flow. Hola Pendeja ataca de nuevo. Y a mi todavía no me contrató ningún medio. Claro, no llevé mi currículum a ningún lado. Gasto 100p y me sirven un ferne tibio, poco hielo, triste, y la tormenta que viene pero que solo engaña y no llueve.

Sebastián Peyceré fue directo y atravesó rápido el escenario cargando contra la maestría de la trompeta. Un cuarteto de primera liga que acaparó los ojos y oídos de un público de la Comarca hobbit. Sí, ahora en San Isidro tenemos joda los Miércoles en Jalea, los Jueves en la Slaf y los Viernes y Sábados la Monster/Ponster. Ni hablar de bares que refugian toxicómanos de la música como yo: Ícaro, Axolotl, Warhol, Goyeneche y después los otros que no tienen pintado nada y sin cartel.

Es difícil escribir y no decir boludeces, sobre todo cuando no tenés la Corpo ni una gran pluma periodística como Mario Wainfeld (Página 12) o Enrique Symns. Lo único que tenés son nombres, nombres, nombres. Como besos de chicas y chicos que te acordás mientras te tirás en el 437 hasta el bajo de noche yendo a lo de Remo que pinta de puta madre. (todos los nombres aparecen en Google/ Facebook)

Quiero vivir como los bohemios de 1920. Es lo que le dije a mi mujer aquella noche. Me reía pero los dos sabíamos que íbamos en serio y entonces apagamos la luz y no tomé nada esa noche.

Soy un puto hedonista que sabe usar las palabras para no morir de aburrimiento.
Soy un puto hedonista que sabe que 1959 fue uno de los años mejores del jazz, porque encima, encima se escribió El Perseguidor de J. Cortázar. Obra que me hizo reencontrarme con un autor que tenía hecho trizas. Lo hice trizas como todos los loosers de la facu de Letras. Soy un looser porque me da paja llevar mi currículum y prefiero vivir al compás de la bateria de Peyceré o De Barrio. Prefiero comentar algo sobre la armonía de bloque de acordes de Nuñez que tratar de resolver la digitación de Invention nº8 de J.S Bach. Todos sabemos que J. S. Bach tiene mis mismas siglas pero invertidas, y todos sabemos que Ludwig Van, oh, querido, Ludwig Van Beethoven murió un 26 de marzo como yo nací en un 26 de marzo.

Y en un rato me voy a trabajar y mi mujer me manda textos de otros jóvenes que escriben lo que piensan y todavía nadie les paga y estaría todo bien si no vivieran en la ciudad donde todo tiene su precio. Y yo estoy pagando ser un mentiroso para la gente que me lea, alguien que no informa sino comenta, que carga tintas y describe pero no se juega porque no soy Mario Wainfeld Kirchner presente. Soy un cagón evidemont (en francés por favor). No puedo criticar y a veces ni aplaudir (porque tengo siempre una cerveza en la mano). Y me jode el corazón a veces, el físico no el narco metafórico, y el estómago y el hígado y pienso en no tomar y a veces no tomo y yo sé que no soy verazmente (que linda que es la z bien pronunciada a lo gallega)…

Alcohólico. No. Todos saben yo sabe tú sabes nosotros sabemos que mi droga es la música.

Y que todo el resto es piernas y brazos, abrazos y miradita tierna, fotografía cierta muerta piensa, y todo el resto es glú glú de los pescados debajo de los pantalones,
Glú glú de los pibe’ del club.

¿En qué estábamos?

martes, 13 de noviembre de 2012


VIENDO LA TELE

Era un amigo mío de la facultad. Nos juntábamos en los recreos a mirar las chicas de Psicología y Educación. Nos daba igual cualquier pedazo con tal de cagarnos de risa un rato. Jamás me lo imaginé que iba a estar en la tele veinte años después con su programa de cocinero gourmet.
Él mientras hacía la facultad terminaba de cursar para chef y en realidad es lo único que terminó siendo porque después las otras cosas lo llevaron para calle sin salida, como a todos en realidad, tantas cosas hacés para terminar de nada que ver. Él estaba ahí en la tevé sonriendo y mostrando la carne cruda lista para la parrilla, el parmesano para una fugazzeta rellena, el salmón con crema para una empanada que luego iba a freír, algo que no me parecía tan rico. Hablábamos también en los recreos de que yo le iba a hacer un ceviche si alguna puta vez aprendía, pero ya ahora que sé ya ni tengo cómo contactarlo, ni idea dónde vive ni si se casó con una linda piba o si se divorció o qué carajo.

Ahí está en la tele sonriendo con la sartén poniéndole aceite mirando a la cámara dando recomendaciones y después abre un vino y sigue con los consejos y las postas. No me cansa la verdad, no me jode, tiene talento y esa sonrisa propia de los que nacieron para la tele.

Ahora escribo estas palabras mientras escucho un poco de Jim Morrison cantando un par de blueses a garganta con esa voz intachable digna de un buen cantante de blues. Pienso en qué gusto me daría estar borracho en un techo de un edificio venido a menos, leyendo poesía escrita en cuadernos blancos sin rayas. Me gustaría estar ahí tirado en un colchón polvoriento en el techo donde pega el viento y se ve la bien sábana azul y negra de la noche, y basta de toda la mierda y el dolor de cabeza que me da la borrachera con estos años, ya ni me surte esa adrenalina de antes.

Pienso en mi esposa que está ahí tirada al lado mío en la cama, leyendo o durmiendo o mirando el programa conmigo. Ella no sabe tres carajos de que el de la pantalla era mi amigo de la facultad. Pienso en decírselo pero ¿para qué? ¿Para qué suelte su manga de preguntas y acceda a lo que ella cree que es mi vida, mi historia?
Me dirá algo así como: Oh Juan ahora entiendo, claro sí. Dirá otra par de cosas trazando comparaciones mostrándome como esto o aquello, como un triunfador o un perdedor.
¿Y a mí qué? Le diría casi sin dejarla terminar. ¿Qué me importa este flaco? Hace veinte años que no lo veo, lo último que sé de él es que vivía en Flores y qué sé yo. Y ella seguiría tratando de entender mi puto cerebro diciendo: ¿Y dónde crees que vivirá ahora? ¿Cuánto crees que gana? Cuando en realidad me está me preguntando ¿Gana más que vos?

¡Qué me importa nena! ¡Qué me importa cuánto gana! Estoy viendo la tele ¿no te das cuenta?
Pero ella no se da cuenta y entonces se enoja o siquiera me mira y sigue hablando sola. Eso es el matrimonio. Dos adultos mirando un programa de cocina a las 2 de la mañana sin nada que te acelere, sin ni un poco de coca que te embuste, transpirado una noche de verano porque todavía no te moviste un poco vago de mierda, para comprar ese aire acondicionado.

Extraño esas épocas en las que pasaba rápidamente las hojas de una revista o del diario con ganas de ver no sé qué noticia no sé qué foto de mina en ropa interior, simplemente quería la imagen, las letras en negrita y grandes, quería pasar de hoja rápidamente y después salir a la calle, salir con la bici o tomarme un colectivo irme por ahí sin más.
Ahora ya ni compro el diario aunque me sigo haciendo una buena paja mirando Internet cuando mi esposa no está o cuando a veces duerme la siesta. Creo que se ha dado cuenta alguna que otra vez. Quizá me agito mucho y me tira algo como “¿Ey qué te pasa Juan? parece que venís de correr” pero se nota en su cara que me descubrió. Entonces voy al cuarto entro a nuestro baño y me pego una buena ducha fría, trato de olvidar todo ¿sabés?

Seguimos viendo el programa gourmet y de pronto veo que ha dejado de hablar sola que se ha levantado y mira hacia la ventana para luego entrar al baño. Le miro la cola desnuda y me excito un poco, pienso en levantarme e interrumpirla ahí en el baño, esté haciendo lo que esté haciendo no me importa, voy ahí y la interrumpo y me la cojo. Sé que no le molestaría, Vero jamás fue de esas mujeres que les gusta todo ese tiempo de calentamiento. Es decir, es mujer, sí, tiene su tiempo pero no como las otras, jamás discutimos por el sexo, eso no significa que siempre fue genial ni que ahora lo sea, pero la cosa va.

Sale de baño y le veo las tetas un poco caídas pero aún sigo excitado y ella no se da cuenta. Le digo y ella ni se muta, cree que le estoy mintiendo, y entonces trato de mirarla fijo para que me crea pero ya esta mirando devuelta el programa de cocina, mira atentamente como mi amigo mezcla la salsa roja y la prueba un poco. Intento decirle devuelta en otro tono de voz, no logro repetírselo y vuelvo la mirada a la pantalla justo cuando mi amigo se va a probar el vino y habla de sus cualidades y su temperatura.

Me acuerdo cuando en la facultad no iba otra cosa que la cerveza.

Es más, una vuelta salimos a las once de la mañana un recreo y fuimos a tomar unas birras con otro amigo nuestro. Éramos los tres los únicos pibes de la clase atestada de minas que no sabían lo que era levantarse al lado de un pibe con ganas de tener sexo. Era buena gente pero sabés en un punto no podés pensar igual. Y no éramos ningunos piolas ni nada, eso siempre lo tuve en claro. La única vez que me sentí un piola fue cuando caí a un telo con una piba que había conocido la misma noche, ella me había llevado en auto hasta el hotel y yo cargaba una botella de Jack Daniels casi entera. Pasamos por mi casa antes del telo y agarré una birra tibia e intenté enfriarla adentro de una olla con hielos revolviéndola, pero no sirvió un carajo y la deje en la mesa de entrada de mi casa. Mi viejo apareció preguntándome qué mierda hacía y yo le dije que me iba con una piba y que la quería impresionar. Me tiró algo así como que no había nada que impresionar, pero no me entendió, estaba dormido o quizá no entendía eso qué sé yo. Había sido su cumpleaños y nos habíamos quedado hasta tarde tomando ese whisky en vasos chicos dentro de cervezas, en vasos grandes…

…De pronto vuelve mi mujer a pararse e ir al baño y le sigo con la mirada el cuerpo pero esta vez sin excitarme. Trato de no soltarle nada pero se me escapa igual y le pregunto si le pasa algo. No me contesta y entra al baño cerrando la puerta detrás de ella. Es la segunda vez que se va hacia el baño. En la tele están con las publicidades y entonces cambio al noticiero donde veo que dice 28ºC. Me paso la mano por la frente transpirada y pongo devuelta el canal de cocina, mi amigo está allí preparando el postre mientras se cocina la carne. Es una especie de mousse de dulce de leche metida en un vaso largo. Digo en voz alta, para que me escuche mi esposa, que el programa volvió que se apure que está haciendo un mousse genial que lo podemos hacer algún día. Me doy cuento que lo digo medio riéndome aunque sin que ella me escuche. Ella no se apura y sale al rato mirando de reojo el programa como si ya no le importara.

Pasa un tiempo en silencio y me doy cuenta de que ya ni sopla el viento por la ventana. Nos espera una larga noche con este calor le digo. Sigue callada y de pronto me dan ganas de que deje de hacerse la indiferente. Me dan ganas de gritarle que ese hijo de puta que está en la pantalla es mi amigo y que seguro gana más que yo o que al menos es más feliz que yo. Quiero decirle que tampoco me importa y que está muy rico lo que está haciendo y que estaría bueno alguna vez aprender a cocinar y cocinar un poco mejor y no comer tanta mierda. Quiero decirle que tampoco me importa que sea más feliz que yo total debe haber millones de personas más felices que yo y millones más infelices. Quiero decirle todo eso y no puedo. Quiero en realidad decírmelo a mí mismo pero me aburre. Me decido por no decir nada y el silencio sigue. El programa está por terminar, mi amigo está sacando la carne y empieza a tirarle la salsa encima y ya entonces me aburro y apago la tele.

Creí que ella iba a quejarse o algo pero en cambio no dice nada y se queda callada. Mi esposa y yo estamos los dos en la cama tirados. En ese momento no pensaba que iba a escribir estas palabras. En ese momento solo pensaba el calor que hacía y las charlas sobre Alejandro Dolina con mi amigo. Las charlas sobre Freddie Mercury y Frank Zappa.

Mi esposa se da vuelta hacia la ventana y estira las piernas. Alcanzo a sentir su piel también transpirada…

¿Sabés qué? Me dice de repente.
¿Qué? Le digo mirando para el otro lado absorbiendo con mis ojos toda la oscuridad del cuarto.
Estoy embarazada.
¿Enserio me decís?
Sí, me acabo de hacer el test.
¿Cómo no me dijiste nada?
Estabas enganchado mirando el programa y aparte no sabía si iba a dar positivo o negativo.
Pero qué carajo, me hubieses dicho, es un programa de mierda de cocina y vos te vas hacer un test de embarazo en el medio.
Bueno, perdoname ya está Juan, vamos a tener un hijo.

Entonces me quedo callado. Siento un escalofrío correr por mi cuerpo y enfriar las gotitas de sudor por la extensión de mi piel. Se convierten en estalactitas que se resquebrajan en ínfimas partículas y se desvanecen. Vuelve nuevamente el calor y el peso del colchón. La ciudad que se abisma por la ventana y sus orillas de plata y acero que desfiguran el horizonte.

Pienso en la imagen de mis dos amigos de la facultad, el cocinero de la tele y el otro con el que nos juntábamos a fumar y veo esa imagen de los tres ahí, en la plaza tomando las dos birras a las 11 de la mañana sin un carajo que hacer. Los autos pasando por los costados de la avenida Paseo Colón y nosotros ahí abriendo las botellas contra los bordes de las rejas, hablando un poco de la carrera, de las minas que valen la pena y de las que no, hablando de los profesores y de la vida que nos queda por delante.

martes, 6 de noviembre de 2012


Si te compro una birra es para que me entiendas.
Si compro una segunda birra, es para entenderte.
Si compro una tercera birra, es porque nos entendimos.

miércoles, 31 de octubre de 2012


Debajo de un árbol
  canta un joven borracho
                       de cerveza.

Canta un blues en la sombra.
       y es como que se queda dormido.

Una palmada de un transeúnte bastaría para hacerlo reaccionar.

Ojalá, ojalá no pase nadie cerca.



Solamente quiero entrar en shorts.

TAKE THE A’ TRAIN

Ludwig Van Beethoven!
                  
                    ¡

Llegás a sentir el aura.

    (Marshall McLuhan)

¿Dónde está la fiesta?

        Che
                                                         Che

¿Dónde está la fiesta?

Vivimos comparando…

                Vivimos
      Comparamos
                Morimos
Despertamos
           Porque Marshall Mcluhan
                                             Lo pensó.

Terapia sistemática.

Eso no sería paranoide?

Con un café y un mate encima
                              Me siento bien,
           La sinapsis se acelera.

No pienses que nadie te entiende sino estás perdido.

miércoles, 24 de octubre de 2012


MI NOVIO TRABAJA EN UNA FARMACIA

Terminé la carrera de Letras y me puse de novia con un farmacéutico. Me acuerdo perfecto la noche que lo conocí. Él estaba con su remera de Black Sabbath y una cerveza agarrada como si fuera un termo, riéndose, mostrando los dientes un poco desparejos los de abajo.
Como siempre, no fui yo quien primero le habló sino una de mis mejores amigas, Yani. Se le acercó y le pidió cerveza, ni le mencionó lo de la remera, ni le interesaba, o más bien claramente no la conocía ni la conoce ahora. ¡Black Sabbath! A ella no le importa la música. Yo tengo posters de Jimmy Page y Robert Plant fotocopiados en mi cuarto, tengo otro de unos tipos colgando de una viga a cien metros de altura mientras descansan de laburar edificando el Empire State. Tengo también muchos libros, claro, siempre fui abanderada y todo eso.

Pero en ese momento olvidé las fotos de mi cuarto, simplemente quería que me gustara la cerveza, que realmente me gustara hasta el punto de ponerme borracha, no con una cerveza, sino con tres por lo menos. Sabía que era imposible, y sabía que no tenía nada para decirle más que “qué buena remera”. Decidí acercarme con eso nomás y justo cuando encaré para su lado, luego de que mi amiga se había aburrido de él aparentemente, él arrancó para la cocina, en busca nuevamente de cerveza.
Me hice la boluda esperando contra la puerta del comedor y agarre impulsivamente el celular para ver la hora. Eran las 2.40 de la mañana, me sentía cansada y nadie pensaba salir de esta casa en la cual me encontraba.

Me acuerdo que las primeras salidas después de recibirme no paraba de contarles a todos que me había recibido, me sentía contenta, feliz, satisfecha pero prontamente me preguntaban qué iba a hacer y me hundía en una depresión fatal. Me molestaba. Me molestaba no solamente no saber responderles (porque en el fondo no sabía qué hacer), sino también que no tuvieran otra reacción posible. La vida siempre se trata de partir, nunca de llegar.
Recuerdo que también por ese entonces los preboliches se convertían en agitados debates políticos sobre si Cristina Kirchner merecía seguir gobernando o no. Al principio tomé los valores que me inculcaron mis padres y afronté cada discusión haciendo gala, sin fanfarronear demasiado, de mi lectura sobre todo del Facundo, uno de los mejores tres libros de la literatura argentina según Jorge Luis Borges. Claro, casi 200 años antes un tipo delineó los caracteres de todos los argentinos, su paranoia y su contradicción esencial: rechazar lo que lo identifica. Rechazar al gaucho, rechazar lo otro y reclamar desde la periferia, toda la occidentalidad como propia. Una civilización preparada para el Peronismo y el Militarismo años antes de que estos fenómenos cobraran nombre. Con la lectura del Facundo me sentí convalidada y feliz de saber mi familia radical. No pude más que reírme cuando me dijeron que Sarmiento había anotado “orgía con varias mujeres” en los gastos presidenciales, cuando se fue a su Francia bienamada.  

Pero este joven con remera de Black Sabbath, que luego me diría que fue un gran regalo de una amiga de él con quien asistió a clases de yoga, no le interesaba la política. Según él “hacemos la guerra porque estamos aburridos”. Luego de salir un mes, me confesó que esa idea la había sacado de un tal J.P Zooey que justificaba el nacimiento del Rock por la ausencia de un divertimento, mejor dicho, una ocupación para chicos inquietos.

Mi futuro novio era justamente eso, un chico inquieto. Le gustaba leer muchísimo pero temas de construcción y obviamente, farmacología. Me acuerdo de esa noche que me nombró 10 marcas de Enalapril y otras 5 de Metformina. Me contó que en un recital había repartido viagra gratis porque creía que solo si el sexo es un acto de curiosidad el amor puede ser un acto de conocimiento y no al revés. A veces no entendía de donde sacaba estas ideas, algunas solían ser complicadas hasta el hartazgo, me decía que le molestaba que la gente no le gustara Rayuela, a su entender, lo mejor de Julio Cortázar junto con El Perseguidor.  Le encantaba la música. Para él la música decía más verdades que un sacerdote y que Jesús tendría que haber cantado sus evangelios. Pero esto fue hasta que empezó a leer poesía y disfrutó de la palabra hablada. Creo que también empezó a escribir poemas o hasta raps. Según supe, una noche en que estaba muy borracho con sus mejores amigos, se subió a un escenario donde habían tocado una de sus bandas favoritas, Hola Pendeja,  y rimó hasta volver tropezando a la pista de baile.

Yo le mostré recién a la tercera salida, solo porque me insistía, y él insistía un montón, mi monografía sobre Philip Larkin. Le comenté que a Larkin no le gustaban los poetas Beat y amenazó con irse de la mesa. Me dijo: “todo se arregla con cerveza barata”. Pero yo no entendía lo de “barata”. Yo tomaba casi nada y mi sueldo de profesora me daba para ahorrar. Él, por su parte, me decía que porque más que gastara mucha plata algo ahorraba y pensaba antes de fin de año pedirle un aumento a su jefe y así poder irse a vivir solo para “hacer lo que tenía que hacer”.

Recuerdo la noche que lo conocí.

Jamás pensé que me iba a gustar más allá de su remera, había aprendido a no ilusionarme con los pibes, es más, tenía la firme conclusión de que en el fondo ellos eran más complicados que nosotras. Y si bien, una vuelta se llegó a comparar con Vicente Huidobro (una vuelta que me acompañó a comprar un jean en Rapsodia) tenía razón en algo. Me dijo: “Si yo soy re complicado vos lo sos más porque me elegiste a mí”.

…Fui hacia él y le dije que me gustaba su remera y que lo veía tomando mucha cerveza. Me respondió que no pasaba nada, él era farmaceútico y como farmaceútico conocía un protector hepático de un buen laboratorio “careta”…

…No le conté que me había recibido, le dije que me cansaba que todos hablaran de política y me dijo que él también le cansaba. Me dijo que no tenía la valentía para comprometerse, ni siquiera con una mujer que amara. Le dije que eso era triste y que ya llegaría alguien que le haría cambiar de opinión. Me dijo que le daba igual con tal que la cerveza fuera barata, sino para él, para la gente que realmente trabaja demasiado. Sentí que la cosa se volvía política nuevamente y me asfixié. No sé si lo notó o si tuvo suerte pero me dijo luego de agarrar su celular: “Hay una fiesta en Martínez donde toca una banda copada, no es Black Sabbath, es más Fela Kuti” y se río. No sabía quién era Fela Kuti y solo para quedar canchera no le pregunté. Le dije a una amiga que estaba aburrida sentada en el sillón si tenía ganas.

Todo el viaje de ida, mi nuevo amigo habló con ella y sentí que había perdido al menos un beso o algo, no sé. Pero finalmente fue al revés, en el medio del baile entre gente muy transpirada y distinta a mí, me pidió robarme un beso…

Le dejé que me diera un beso en el cachete y sin darme cuenta nos agarramos de las remeras. Estábamos transpirados y yo estaba cansada. Esa noche soñé con él.

Me molestó que no me hablara tanto como con mi amiga. Con mi amiga era re hablador, parecía tener un montón de frases hechas. Después me dijo que había averiguado que yo era Licenciada en Letras y que acababa de recibirme y no quería quedar como un pelotudo.

Era un pelotudo igual, porque después de estar de novios por un tiempo me decía que no tenía ganas de llamarme, que no tenía crédito. Lo odié y le deseé que nunca le aumentaran el sueldo. Por el otro lado cuando se emborrachaba me prometía regalos, salidas al cine, salidas a comer al Club Social Beccar sobre Av. Centenario, todo si le subían el sueldo. La plata le obsesionaba. Le obsesionaba también no hablar en los transportes públicos: “todos te escuchan”. Yo le decía que tenía un problema de ego y que se pensaba demasiado interesante. “Todo es interesante” respondía al instante, y me retrucaba nombrando películas y películas de su canal favorito: I-Sat.

Era un pelotudo igual porque un día me hacía sentir bien y otro mal. Era un pelotudo porque no podía dejarse llevar. “No soy un carrito de supermercado donde metés lo que querés y me empujás y listo ya tenés todo lo que vos elegiste para vos”. Le gustaban los supermercados, la oferta lo calmaba. La oferta de cosas y no de gente. “Imaginate que no hubieran tantas chicas, sería mucho más fácil”. Yo le decía que entonces iba a empezar a ficharle el bulto a los pibes. “No es lo mismo, las tetas están al frente, se ven, se mueven, brillan, son blancas, negras, tienen picos y resortes” “¿Resortes?” “Sí, por eso son histéricas, porque tienen resortes: nos rebotan. Nos rebotan con sus tetas, sin hablarnos, solamente con rozarnos un cachitín”.

Yo soy muy celosa y no puedo no saber en qué anda. Él me dijo que solo si viviéramos juntos podría existir tal ambición, que era inútil tratarlo mientras viviéramos en las casas de nuestros padres. Me acuerdo que una vez me contó que le encantaban las palabras con el enclítico des-. Descafeinado, despilfarrar. Una la había leído en un blog, otra se la escuchó al cantante de Agrupasión Pazión y le pareció exacta.

“Hay gente que sabe hablar, que sabe donde entonar” yo trato de que mis palabras pesen o vuelen, nunca que se queden flotando como un cacho de pan en una fondue. No lo decía por su negación a lo cotidiano o a lo grotesco, lo decía porque decía que yo hablaba mucho. “Soy una persona fluida” le afirmé varias veces. Mi apellido significa río. “Vos nos sos fluida, por eso tenés que hablar, si fueses fluida te bastaría con respirar y sonreír”.

Su apellido significa pescador. Me deleita encontrar esas concordancias del destino.

Le gustaba mucho la música electrónica y yo le preguntaba si él realmente creía que los Dj´s de ahora eran lo mismo que músicos. No tenía respuesta, me dijo, existen Charlie Parkers, Jim Morrisons, Joni Mitchells, Frank Zappas. Músicos movidos por la música. No le entendía mucho, después me hablaba de James Brown o de La Costa Crew, o de Nikita Nipone. Una vez que hablamos un montón, mientras tomábamos mate, me dijo:
“Estoy feliz. ¿Sabés porqué?”
“¿Por qué? Dije.
“Porque los hombres cuando están felices hablan, hablan mucho”.

Supongo que por eso le parecía importante que no le hablara tanto. Él quería saber realmente cuando yo estaba feliz o no. Era su manera de ser un buen pibe aunque en el fondo decía que tenía muchas ganas de ir a una feria de arte y tajear un cuadro.
“no sé, ¿Vos no lo harías? Y se quedaba mirándome…

“¿Entrar con un cuchillo de cocina y cortar así nomás?”
“Sí, enfrente de todos… esperando que no esté el artista ahí, ¿mejor no?”.
“Ni loca, ¿Qué ganás con eso?”
Y entonces se iba a poner más agua a la pava o cambiaba de tema o esperaba que yo lo cambiara.

Tantos años escribiendo pequeñas anotaciones en cuadernitos, mariposas, frases de Poe, y casi que no puedo creer que me haya animado a escribir esto. No sé que significa, ni porque me quise contar a mí misma lo que ya sé, supongo que la escritura y la lectura nos devuelven a algún lugar… nos callamos, y luego las palabras también se desvanecen, y nos quedamos dormidos, una noche, una tarde, un momento donde la vida no nos necesita y podemos ser nuevamente libres.


jueves, 4 de octubre de 2012


SÁBADO 29/9 DOMINGO 30/9

“¿Vamos en bondi o en coche?”


Por Pocho Sabogal
Después de escuchar a Luis Nacht y a Proyecto Jampara en el Teatro de la Media Legua (Martínez) zarpamos para casa a buscar un sacacorchos.

Maneja El Crocante, a lento trote, no como aquella vez que me amenazaron con botella cortada el cuello. Aquella vez pisó fuerte el acelerador al compás de L.A Woman… Hit the highway, you know…

Agarro el sacacorchos y mi hermanita está despierta y no entendería si le explicara con que precisión suena la sección de vientos de James Brown. No, no entendería, es ¿joven? aún.

Yo no estaba en estado para anotar el orden de los temas ni las impresiones. Sé lo que pasó. Solamente eso. Y lo que pasó fue de alta gama. 

“La perfecta ecualización” dice una chica de top rojo mientras se acomoda el corpiño frente al espejo del baño, del baño de hombres.

“El peso de las palabras…” dice un muchacho de tatuajes, muslos curvos, piel crema, afeites, remera azul, collar tipo Robert Mapplethorpe, invitando un fernet a un amigo o a una flaca que hace fila para entrar al baño, al baño de mujeres.

Y estos dos jóvenes se cruzan unas miradas, las teclas arrancan un riff, la bata tira un disco style, todo sube en un par de saltos, empujones y abrazos traspirados.

La línea que te raya no está y no la podés salir a buscar porque dejaste la campera en el auto de tu amigo que tiene auto y es tu amigo.

Hola Pendeja y Militantes del Clímax trafican la herencia de J. Brown, Hancock, Funkadelic y Peyceré y por allí dos, y solo dos mozos tratan de atender una barra atestada de sedientos y sedientas. No quedan jarras y se reparten de a 4 vasos llenos imposibles de maniobrar. Y la cerveza se entibia y ya nada sirve más que el intento de romper la cuarta pared, de saltar y caer y clavarse el filo del bombo, jeta contra la trompeta, desafinar la guitarra, desenchufar el bajo, alguna así quieren los pibes. Pero no quieren los pibes que se acabe nunca la música. Si se acaba la música ya no hay excusas para quedarse quieto o bailar, hay que salir y justificarse y elegir el bien o el mal, el robo del beso o la del galán, la pinta cuadros, la abogada y la que le cabe el diván.

Simples desfiles de cerebros que quieren conscientizar su respiración para sentir el abdomen pronunciar una larga renuncia hacia el fondo de la noche, donde un perro moribundo escribe la palabra Justicia.

En realidad los pibes solo quieren garchar que es como jugar compartiendo los autitos, los lindos y los medio rotos, los que se les traban las rueditas y los que tienen llamas al costado. En realidad los pibes solo quieren ser felices con las pibas que también quieren ser felices, y no saben cómo acurrucarse adentro del parlante sin que los tilden de extremistas, hippies, drogones, nerds, dragones, facheros, jazzeros, cultura letrada, cultura letrada: tarado tarada.

...A la salida no nos queda otra que tirarle piedras a un cartel de Wanama ropa de marca para señoritas. Una piedra que tiro casi rompe la vidriera de uno de esos negocios bajo el puente del Tren de la Costa. Casi fragmenta y rompe el liso plano sólido que refleja una amarga y tímida luz de farol bonaerense.

A la salida no queda otra que fijarse en todas las puertas del Mac Donalds, y hasta en las ventanillas del Auto Mac. Odio y odiamos esos arcos dorados emanando luz a las 5 de la mañana sobre el asfalto y la insignificante Avenida Libertador… salvo allá por donde el Hipódromo de Buenos Aires.

A la salida Dios Maneja un 168 y yo me subo al colectivo y me olvido.

lunes, 20 de agosto de 2012


El poema se abre
PZRNK

(escuchando "Regiment" de Brian Eno y David Byrne: My life in the bush of ghosts)

Se abre ante el destape de las masas. Claman la celebración del cordero árabe. Las inscripciones no son tatuajes, son palabras salvajes ocultas en protocolos misericordiosos. El cordero espera los cuernos de la embestida blanquinegra, las masas lo adoran como el pan blanco dorado que nace bajo el Sol.

La secta arribará en cualquier momento y llenará los pulmones de sal y yodo. La miel animal, la miel de la natura será el tinte de la noche más oscura.

Morirán los egos.

La escritura del Dios perfora la placenta indeleble de las tribus. Será solamente una copa vacía, brillando sobre el altar.

Será solo una copa a cual le gritarán los militares y los jerarcas, la empresa mercantil, empapada en dineros húmedos, ropajes de sexo traspirados
De sexo sin freno

La orgía destituirá el órgano. Originará la gesta de un nuevo manifiesto elitista.
Poca gente sobrevivirá la antedicha profecía.

La palabra “gente” dejará de tener sentido. El saber de la superstición conquistará las praderas verdes, las colinas donde llueve.

lunes, 16 de julio de 2012


"Cuando no tengo rojo, pongo azul."
Pablo Picasso

Para resucitar debo suprimir a los testigos. En la soledad es imposible estar muerto.
La invención de Morel, A. Bioy Casares.


Sentado en la cafetería de la Boutique del Libro miro un cuadro que dice 3200$. Pienso si ponerle una coma entre el 2 y el 0 y que el cuadro recotice en 32p o si agregar un 0 al final y que valga un impactante 32000 pesos.

Mientras escribo mi hermano ve Seinfeld y se ríe a carcajadas, me siento demasiado solemne, dejo de escribir.

Vuelvo y pienso en lo que le dije a una chica especial: “vos sos increíble, pero todos tienen su lugar, la milanesa es mejor que vos, como milanesa claro está. Pero vos no sos comida, ¿entendés? No tenés ese lugar”.

Ella me dice que el genérico es comida y que milanesa es una especificidad. “Si no es milanesa, es pasta, seguramente”

Me gusta la soledad a veces, solo quiero ver las luces. Las rojas que se van, las blancas que vienen. Los negocios, el cementerio de Chacarita, la ciudad llena, llena de graffiti… por todos lados, fijate. La cantidad de firmas, espirales.

¿Y si nos mudamos juntos? ¿Dónde está la guita? Quizás para reírnos mientras tomamos unos mates diría:

“Paso furtivamente mis bolas por las ramas de un sauce llorón. ¿Quién llora ahora eh?”

Y nos reímos y ojala llegue el verano, ojala puedan conseguir guita los funcionarios de la provincia. Ojala encuentre poemas que sean canciones que sean textos que sean mi lápida de cristal.

…Así se transparenta el paisaje que es de los ojos viaje, en eterno brillo
De un viento que todo lo filma de a poco, sin grandes presupuestos,
Sin meter mano ni parecer un capricho.

viernes, 6 de julio de 2012


Noche del 5/7 del 2012

Es un viejo Marinero,
Y detiene a uno de tres.
"Por tu larga barba gris y tu brillante ojo,
Ahora, dime, ¿por qué me detienes?
Samuel Taylor Coleridge


Se nos fue de las manos.
Los caballos desbocaron cabellos sobre el suelo
Boca Jrs. perdió la final y seguíamos con los trapos
Gritando por lo bajo, aullando a la luna llena
Miércoles como siempre.

Miércoles como siempre.

Me quedé sin plata y la parafina que resbala
Desde tu cantina, que brama nueva la poesía…

Te enojaste porque te piden canciones de un rock
De antes.
Estuviste bien.

Soltaste tus palabras, la inyectiva, cual jeringa
Que gotea el dulce sin sabor del estrellarse contra el cordón.

Axolotl, Axolotl.
Axolotl, Axolotl.

Tenés tus reglas, los pasillos por donde tu ideario
Se asienta, extienden su musculatura por sobre el fin
De las borracheras sin cordura. ¿Acaso frenar el jadeo?

¿Y que vos te creés y yo me creo?

Así sin saberlo entero nos dimos de frente contra la vista
Que nubla vaso lleno vaso vacío…
 Y dista la altura
De antes, de ese pretérito umbral por donde callaron
Los buenos.

Porque buenos son los buenos
Y malos son los santos.

…En este trabajo

Fue con el gajo que deshace la tormenta, en su ojo más profundo.
Para cerrar los ojos después sobre la tintura que llena las sábanas
de la cama. Sobre el tañer de la campana meditabunda
el último cigarrillo que se apaga sobre el sol
mediocre del Jueves mañana despierta y la Alarma.

Suena: empacar todo en una mochila.

La sustancia que funda el cascarear de Oscar Giunta
En el tambor platillo fragor de un batero, Manuel
Presto corriendo por las grutas impalpables, entronado Ismael
De Barrio.
Hacia los mares.
De los mares,
busca la ballena blanca, Moby Dick.

(La panamericana asemeja esa tempestad incesante del oleaje. Brebaje, lento que aturde el paisaje de nuestras risas con documento, en este bar donde me siento, me paro y me vuelvo a sentar: los vasos vacíos siempre vuelven a su lugar)

Nos pasamos Flavio.

Fue un capricho, un gusto, un error, un ajuste de cuentas.
Entre el diablo y el carpintero que esculpió la barra.
Entre el diablo y el tachero que no te quiso llevar devuelta a tu casa.
Entre el diablo y las palabras que dijimos sin saberlas de antemano.

Dijimos.
Y la libertad es violencia
Y la violencia no tiene que ser desesperación.
Y oír como los adoquines dejan resbalar el rocío por entre sus grietas
Es oírlo todo para poder callar, callar en el momento justo.

Grietas chetas maltrechas jamás Barrio Obrero Valentín Alsina
 
   Pero hemos dicho tantas, tantas
 cosas.

Perdona viejo.



P. Sabogal. 

miércoles, 27 de junio de 2012


¿Te parece mal que...

¿Te parece mal que haya un árbol palo borracho justo
Adentro de Alcohólicos Anónimos?

¿Te parece una enfermedad ser alcohólico?
¿Sentís el frío de la soledad al decirlo o sentís el calor
Nauseabundo o no sentís nada?

Espero que no sientas nada porque no creo que sientas nada
Alguien como vos.

No te señalo porque estás muy cerca, no te señalo porque
Justo ayer limpié el espejo y tengo miedo de ver una cara
Conocida.

Sería tan fácil ser elocuente y auténtico.
Garcharías sin pensar en tu ex novia gimiendo y mordiéndose
Los labios y el brazo izquierdo porque
La tenés debajo tuyo y tus gotas de transpiración caen en
Su piel.

Sería tan fácil andar por ahí en un barrio sin máscaras…
Un amigo me dice que “San Isidro es un barrio de militares”
Me dice también “Monsanto es el rey de las semillas, es el anti cristo”
Y después agrega “buen tampoco para tanto, ¿pero te das cuenta lo que hacen
Con los alimentos?”

Y yo soy el boludo que va con la bicicleta esperando
El abrazo final del viento y las palabras secándose en
En el vientre de las hojas.

Me cansé de escuchar bagatelas de sentirme fuera de lugar
¿Acaso nadie lee los clásicos? ¿Acaso a todo el mundo
Le chupa un huevo lo que pasó en Woodstock en 1969?
La verdad que llegué a la conclusión de que me chupa
Un huevo lo que piensen de mí. Yo ya sé lo que pienso de vos.

¿Cómo se supone que uno puede hablar cuando te enseñan a callar?

Silencio te dice el espejo.
Silencio te dice el cuchillo del pibe chorro que tenés suerte que no sos vos.
Mientras vos te cortabas las uñas con el pie encima del bidet él afilaba
La punta de la navaja con un adoquín del barrio.

¿Y vos te crees especial? ¿Vos te merecés lo mejor?

No hago apología de nada solo dicto lo que los caracoles
Interiores de mis dedos pujan por hacerme saber.
Lo que esos caracoles lentamente dentro de su cáscara
Abierta me llevan agarrando pasacalles y boletos de ida y vuelta.

Lo que esos caracoles bailan cuando fumo natura marihua

Rimar no cuesta nada. Vivir cuesta la vida.

Y no me digan desencantado, por allá anda mi amorcito
Me vine acompañado. No soy trapo sucio de piso viejo
Más sí, manta agujereada por los encendedores torpes del boliche.

Acá estoy ofreciendo con la palabra lo que otros
Me ofrecieron con sus ojos y sus manos.

Ya me fui.



Pocho Sabogal

lunes, 18 de junio de 2012


CRÍTICA DEL DISCO: TROPICAL SOSPECHOSO
BANDA: POROTO SUPREMO
SÁBADO 15/6/2012

“Hay una poca de gracia y una copa de dubitación”
Verso del tema: Garchemos en la selva después de escuchar esta canción. (PS)

Por Pocho Sabogal
Sospechaba algo. En una semana tan extraña de tantos climas, sospechaba algo. Finalmente llegó el disco debut de la banda del conurbano Poroto Supremo: Tropical Sospechoso. Y claro, estos muchachos sospechan de todo y juegan con las palabras (sospechan de su poder referencial) para tejer un gran mundo imaginario. Son tejedores de sueños como define Laurent Tirard[1] a Almodóvar y a David Lynch.

“Tropical Sospechoso” quizás porque nuestro país tiene un clima cambiante, y lo tildan de tropical por estar cerca de Brasil y Paraguay. Por otro lado, lo podrían tildar de sospechoso por estar lleno de sospechosos y “sos pechosa mi amor” para parafrasear el lenguaje de “los chicos de hoy”.
¿Los temas son los mismos o no?: mujeres, música, desamores, sueños, personificaciones (o mejor dicho, metamorfosis).

Sospechaba que iba a ser bueno y lo fue. Grabado en el verano, Enero de este año, los Poroto traen 6 tracks donde muestran su imaginario y despliegan sus duendes, ofreciéndolos insistentemente, sobre nuestro jardincito.
La posibilidad de grabar como se debe, en este caso, en estudios ION, les da cancha para enderezar las borracheras de aquellos bares donde gritábamos entre todos “Supremacía Poroto”. Ya no hay que correr a comprar cerveza porque arranca el tema, ya no hay que eructar para abajo para no embocarle en la jeta a algún espectador, estamos listos y nos enchufamos.

Un disco que promete desde el inicio (acordes iniciales de guitarra pasados por phaser) visiones diablescas y chiflidos de angelitos culones. El disco se vale de un aire de tango a despecho y a garganta trabada, con los unísonos entre piano y bandoneón (el bandoneón siempre a su rubato[2] propio interno) y las letras que trapean las orillas de este río platino que gritamos desde Misiones.

En el track 2 “Jackie Chan” el sonido de la guitarra prevalece, pero cuéntase otra historia esta vez. Sintiendo el trémolo natural del bandoneón, viajamos con la voz “hacia aquella fantasía, esa que ocurriera en la lejana China”. Nuevamente surge un personaje de ensueño, de habilidades sobrenaturales, ajeno a este mundo occidental que nos barajan desde arriba. Las teclas nuevamente, como en el track anterior, entran para descollar la hipnosis reinante que gracias a la Supremacía mantienen el bajista y el batero. Un ritmo de marcha de formación y de balada de cumbia. Así las palabras se asientan en el vacío, donde por momentos, surgen estrellas fugaces de la mano de una segunda guitarra, pequeños punteos, pequeñas estrellas sobre el firmamento.
Jackie Chan viene desde la infancia fines de los 90’s y principios del 2000, mostrando una feliz unión globalizada: las tres películas, creo que hay 4, de Rush Hour. Un afroamericano, Eddie Murphy y un oriental basado en Los Angeles (el compañero Chan[3]), salvando a Estados Unidos de problemas “de escala nacional”. También hoy, entre turistas y promesas de inversiones, promete la “lejana China” salvarnos, en este caso a nosotros argentinos, pero no con un karateka bonachón claramente.

¿A quién se la pone Jackie Chan?

Hay un mundo de sonidos de arcade (Pacmans sueltos andando por nuestras neuronas sabrosas) que descuellan desde la elección de teclas de Sancho Poison que prioriza el sonido, el caos, el Monk, el revuelco contra el adoquín, antes que el Nord Electro, el teclado caro que venden en los shoppings. Claro que está el piano de cola que enfunda los telones de fondo (arpegios en por ejemplo el track 4) entre dos guitarras y una batería corpulenta… una batería que como un ogro avanza hacia nuestro espejo… un redoblante sin las alhajas que nos añeja en un espiral descendente. ¡oh bello circo que erigen estos muchachos!
La voz susurra cada tanto ese “Jackie Chan” que vestíamos de niños, que jurábamos ser para salvar alguna princesa, que jurábamos ser para salvar hasta el mundo de la terrible debacle.

El track 3 es una cumbia bailantera, con sus momentos de psicotrópicos y su momento de épica de ceviche y algo más. Los nombres de ¿las personas-personajes? llamándolos para invitarlos a la bailanta, a ver si vuelcan el vaso, si mantienen el ritmo y siguen el paso. La melodía inicial que entrecruza la cumbia con el tango… Cuántas olas trae el Río de la Plata si uno le canta con amor y pecho y no mirando para abajo sin comprar el choripan.

Poroto Supremo iza las velas y rema por los caudalosos riachuelos de este mundo posmoderno. No dan explicaciones de porqué uno puede transformarse en estatua (track 6), ni pierden de vista la veracidad de que repetir es convencer (track 1), en otro orden de las cosas: repetir es olvidar y olvidar es soñar.

“Garchemos en la selva después…” (track 5) es una cumbiancha entre épica y cargada de puerta de baño que se abre pa cualquier lado. Hay que subirle el volumen y sacar el ceviche de la heladera que ya está listo.

Después del garche de la selva y el pescado que besamos, los frenéticos “no sé no sé no sé”… quedamos re duros como una estatua. ¿El placer y el agite nos lleva no?

La estatua grita finalmente, como el Don Juan de Molière que conoce su destino final por mano del convidado de piedra. Hacia infiernos vamos perseguidos por tenedores con dos patas, hambrientos y sedientos.

Claramente el bajo del minuto 3.31 del track 6 tiene hambre.

Y así ocurre la deconstrucción definitiva de este disco. Como si nunca hubiera existido, desaparece, intenta desvanecerse. Es el sueño que se volvió pesadilla. O más bien, la duermevela que hace temblar el cuerpo, en los mejores casos, lo hace transpirar, lo hace perderse en un callejón que se parece a uno que conocemos pero, pero hay algo que cuelga del techo, de un árbol, o de nosotros, hay algo que cuelga que lo hace distinto.

Si no amás la duermevela no amas la vida ni conocerás la muerte cuando te llegue.

 Acá el link. El arte de M.G. Bollati y Flouer Cirone te corta a la mitad, porque "el arte es un jedi". Cuidado: http://porotosupremo.bandcamp.com/album/tropical-sospechoso





[1] En su serie de entrevistas a directores de cine: “Lecciones de cine”. Ed. Paidós, 2010.
[2] Robado en italiano. Expresión que designa la manera de tocar una partitura, una frase. Un tiempo cambiante, fluctuante y a criterio del ejecutante. Si sospechás del rubato, escucha “Laurentide Waltz” de Oscar Peterson.
[3] Su apellido encierra el suspenso, los sonidos que usan los cómics para los efectos especiales o de pelea.

jueves, 7 de junio de 2012


ASUNTO: FARFA LA VENDETTA
GEOGRAFÍA: AL NORTE DE PUENTE SAAVEDRA

Por Pocho Sabogal
Es difícil hablar sobre un disco. Hay mucha gente que le pagan para decir “lo recomiendo está muy bueno” y nada más, ni siquiera intentan, ni siquiera se animan a tratar de proponer un lenguaje que busque su fuente: palabras que solo remiten a sonidos que son producto de una música mucho más allá de la palmada en la espalda (aunque esta viene incluida).

Farfa La Vendetta no necesita mis palabras pero yo necesito encontrar la fuente de las que vienen encarrilándose por estos rieles blancos de esta página. Las palabras son dobleces negros, como las sombras que producen los pétalos de un jazmín.

Un trío que la rompe. No deja ningún rastro de facilismo groovero, ningún condimento marketinero que diga, “en realidad nos gusta el jazz pero…” No importa qué género ni el virtuosismo de pera erguida y pecho inflado: cuando se toca bien se toca bien. Tocan ajustados y precisos. Los solos se extienden sin problema, para los del fondo que llegaron tarde, aún quedan compases para disolver el ego y ser feliz.

Hablo “por ejemplo” de los solos de bajo de Cíclico, de Tipatinas, Guarda la zanja. No sé quién inventó eso de “por ejemplo” pero ahí está, cual vestido de fiesta de quince: nuevo pero tradicional.

La guitarra se mantiene fiel a su propia voz durante todas las canciones, saturando un poco allí o allá, diciendo, los vasos rotos los limpiamos después: la limpieza es cuestión de coordinar. La intimidad de este trío que suena como trío pero no cansa como trío me da la feliz sensación y certeza que el trío de guitarra, bata y bajo tiene mil posibilidades.

¡Kenny Burrell!

Quizás el momento más álgido sean esos compases (a los 20 segundos) ¿trágicos? Donde la pregunta ganó a la respuesta o donde la respuesta es tan de corazón que tenés que tirar tu resaltador. Estoy hablando del track 3 “Guarda la zanja”. ¿Serán los compases donde el pobre trovador cayó en la zanja y perdió las riendas de su vida? El tropiezo tragicómico que esboza una sonrisa para luego atarse los cordones…

La bala del track 4 sigue los aires del soul jazz, George Benson (o algunas dinámicas de los organistas Jimmy Smith, Jackie Mc Duff) y cuadra sin problemas mostrando como el trío se desplaza sin problema por distintos platillos.  Por detrás corre el ghost stroke del redoblante, el bombo llevando el anuncio allá adelante, alisando el terreno para que el bajo y la guitarra vayan cortando el césped y calmando las ansías.

Dinámicas como riffs al unísono y la propia mezcla de melodía y acordes planchados con la distorsión que cruje su fritura desde dentro del parlante mantienen una constante a lo largo de la esucha de todos los tracks.

La reversión de Jungle Boogie que se tira hacia atrás como si anduviéramos en una moto y claro, la aerodinámica no funciona bien, o mejor dicho, funciona mejor porque nosotros podemos poner cuerpo al asunto. En algún lado permanecen sin embargo esas voces, esos jadeos funkys de 1973. Ya en nosotros o en Farfetta, están sobre la mesa.

Tracks que piden volver a escucharlos porque además de su belleza, además del swing, que en ningún momento se pone en jaque, uno siente que se le pierden cosas, ¡y son sólo 3 instrumentos! Volver a escuchar y dejar que las melodías y los arreglos vayan esculpiendo la memoria del oyente, como las tomas de las películas de Scorsese, pero de día. ¿Se entiende? O mejor: la película Round Midnight pero en vez de en París, un poco más al sur. No sé, supongo, la verdad jamás podría estar seguro pero de última, tomamos otro bondi hacia donde esté sonando eso que estamos buscando en nuestro cerebro.

Desde el primer tema vemos cómo el uso de los silencios es fundamental y nos atragantamos pensando que será allí o allá. Pero ya dije, estos pibes tienen su propio groove, lo arman a su manera y se va armando solo, no siguen las reglas. El primer track lo muestra ahí antes de que se suelte el solo de guitarra. La batería divide los caballos de los domadores. Ensancha las herraduras hasta volver a dejar a los caballos perseguir a los domadores. No sé dónde leí que es al revés…

Me despido de este relato cronológico de una escucha, de una manta sobre las piernas porque hace mucho frío, de muchos vasos de coca cola y una tarta de zapallito.

Y para los otros ¿periodistas? ¿amantes/escritores de la música?:

“No cantes sobre tu borrachera, cantá borracho”.

…En todo caso, si están en sus cuartos, maréense un poco antes de escribir, ténganle miedo al error pero equivóquense.



miércoles, 23 de mayo de 2012


Por Pocho Sabogal
La cantidad de nombres de artistas, curadores, gente del under, bares. Nombres de críticos de acá, de Europa, de USA, de cualquier parte. Nombres de calles donde juntarse a zapar, a tomar una birra, a tomar unos mates. Juntarse para intercambiar otros nombres. Buscarlos en la web. Mensajearse, mandarse párrafos que expliquen esos nombres, que den fechas, que expliquen esas fechas.

En fin, la erudición, tiene un gustito hermoso pero es claramente un círculo vicioso, o en su mejor caso, un espiral que nos allega al centro donde nos espera, eso pensamos, un sillón, una cama, algo donde tirarnos y descansar y disfrutar de UNO de todos esos nombres.

Con los años los nombres se multiplican, las modas, los géneros, las maneras de entender, los actores, directores, las imágenes, los museos que hay que ir a ver, los blogs que hay que leer.



La erudición va en contra de la sabiduría. La erudición va hacia atrás pero con las ansías de entender el ahora y si se puede lo que se viene. Es la ansiedad más ansiosa, el mandibuleo del cerebro y los dedos y los ojos que van de izquierda a derecha. Todo mandibulea.

La erudición atenta contra la propia cultura que la permite: la cultura letrada. La palabra. La palabra que fija, pero hasta ahí, y por eso buscamos nuevas palabras... y siempre hasta ahí, en el frenesí de escribir, de escuchar, DE ESTAR LOCO POR HABLAR Y HABLARLO TODO.

Y mientras tanto pagar la cuenta, las birras, encontrar una pareja, pagar el crédito del celular, llegar a tiempo al bondi, caminar o subirse o llevar en auto: cosas, personas.

Nombres.


Foto: Cecilia Szalkowicz, Revista Sauna.



miércoles, 16 de mayo de 2012



LA FUSIÓN, MÁS ALLÁ DEL IMPRESIONISMO Y LA RUTINA.

Por Pocho Sabogal
Para hacer las cosas más fáciles digamos que en vez de rock jazz o jazz fusión, diremos fusión a secas:
la fusión es fusión. Mezcla, enjambre de insectos dorados sobre platillos, órganos que desprenden llamas ínfimas en su tractoreo, las maderas y los plásticos de las guitarras, las teclas y los vientos, la batería barroca agregando por todos lados. Los ejemplos son: Bitches Brew (1969-1970), o el productor Squarepusher en “Music is one rotted note”. Pongo Bitches Brew sin comillas porque es un género en sí, un cuadro colgante que deja caer, derramar los óleos coloridos que se plastifican por su tela extensísima.

La fusión es pintura que sobra, que mancha, que en su exceso, en sus burbujas, en su goteo forma esculturas. La fusión es movimiento en círculos, es ir hacia ningún lado pero ir todo el tiempo. La fusión cansa, y esto es porque la unión de nexos, hilos conductores produce mucha intensidad. Cansa recibir la información como largas oraciones sin punto final. Electricidad. La fusión es necesariamente eléctrica porque se debe escuchar el zumbido de los enchufes, el chispazo infinito que viaja por el fuelle metálico de los transformadores y el alambrado del micrófono.

Pocos han aguantado esta intensidad tanto en ensayos, en conversaciones como en vivo. Aunque el vivo suele ser más lúdico centrado en los ecos dentro de un tambor que se multiplican y encapsulan las melodías. Es más fácil supongo.

La melodía en la fusión es una utopía, solo queda el jadeo, los bronquios y el desliz, el error hecho estilo.

La fusión es aquel lugar donde coquetea la derecha política cuando piensa en la perspectiva de los de la izquierda. La fusión es el lugar donde por otro lado, la izquierda se autodestruye, donde la ética muere por la boca. Donde brota de su palabra rota, un desangre milenario. La ética no existe. La única ética es el silencio. Pero no cualquier silencio sino el silencio abismal: La no-música.

Muchos sin embargo creen encontrar este silencio en los respiros, los susurros, las cataratas de aire y los aleteos del viento, es decir, lo encuentran en la Naturaleza. Allí, en su refugio y en su abrazo de suerte, el hombre encuentra el sonido, no la música, ni el ritmo o el tiempo sino la vibración. Pero esta idea es solo una idea y por ello sobrevive a los hombres que buscan su paradero.

martes, 15 de mayo de 2012

CONTRAPUNTO: HARMONY KORINE Y ..

Por Pocho Sabogal
El contrapunto es lo que se construye en contra de. Pero lo opuesto nace en potencia, como el enojo del amor,  la crítica del halago y por ello el contrapunto ha y será por siempre mandamiento de muchos manifiestos, presa cautiva del under y de películas mentales de miles de transeúntes que viajan en transporte público.

Mi ejemplo preferido constituye la película Gummo en el momento donde suena la canción de Roy Orbison, "Crying", una balada que conmueve a contrapunto de unas imágenes 100% Harmony Korine, y toda su herencia de cine al margen del cine sobre el cordón de la vereda por donde un gato y un perro no se distinguen más que por su sombra.

La propia canción de Roy Orbison tiene 2 crescendos, uno que constituye su voz grave y bien pronunciada que se va abriendo a un aguda semi falsete y el otro que subyace, sostiene o aparece y desaparece: los violines. Esta dinámica, esta intensidad que se va construyendo sirve de contrapunto al primer plano del niño con orejas rosas de conejo debajo de la lluvia que une todo. Siempre la lluvia une, y por ello une lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, y sí, la lluvia será y siempre fue, más allá de los manifiestos y los seres humanos: contrapuntísitica.

Para otra definición de contrapunto escuchen Charlie Mingus que coordina y ensambla  solos de sobretodo saxos sobre ritmos de la calle y herencia tradicional. Mingus es ese director de orquesta jazz que llevó el swing de los 20 y 30, la elegancia de los 40 a un contrapunto barroco (porque el barroco es uno de esos estilos que ponen sobre un altar esto) impresionante, grotesco, bufón, saltarín por demás. Fijense cuantos cambios de tempo (molestos) sin respiro en The Black Saint and the sinner lady, el jazz ballet que su mente trajo a relucir. No hay silencio, no hay freno, ni aun para una colgada guitarra flamenca que introduce. El contrapunto lo absorbe todo forever and ever amen. Claro que el barroco tuvo sus muchos seguidores católicos.

Y no me vengan con stuck in the middle with you de Tarantino en Perros de la calle... es bueno el corte de oreja, pero ¿hace falta cortar una oreja cuando podés tener puestas unas de conejo y en la mano un gato muerto con un corazón de collarcito?

martes, 10 de abril de 2012


HOLA PENDEJA EN AXOLTL 7/4/12


Por Pocho Sabogal
¿Dónde aprendieron lo que el otro día hicieron? Están haciendo escuela por que por estos barrios la buena data escasea. Y ya lo sabés como el crash te corta el suelo de los pies… No hay género más convincente que el Solo de Batería camuflado detrás del efecto de desafine de las teclas de Hola Pendeja, el bajo saliendo de un buen ampli Ampeg la viola de un Marshall dando por terminada la faceta George Benson del primer año en una escuela de jazz, la trompeta ajustada y precisa y el saxo empezando a mostrar que los rieles de su metal se oxidan con un fuerte viento y así llegan nuevos e intrigantes sonidos.

El recital de ayer de Hola Pendeja en una de las casas de la cultura, un headquarters de Zona Norte como es Axoltl, fue uno de los mejores hasta la fecha. Rebosante en dinámicas de por momentos dúo o trio junto con el uso del silencio sincopado al mango logró y destornilló un par de cerebelos y cueros cabelludos por ahí. El trote de manada de caballos del clásico solo de batería que apunta hacia la abrumadora sensación de estar debajo de las cataratas del Iguazú con todo el chorro en los hombros, se presenta aquí de otra manera. Claro que Hola Pendeja no presupone el groove como mucho de lo más nuevo de hoy en día que apunta a poder encontrar nuevos grooves fríos, una suerte de post-groove music. Por otro lado sin embargo, no son condescendientes con oídos buscando un swing o un bebop tanguero o nerd. Ellos plantean la pampa chaco bonarense de la manera que se va armando, y si hay repeticiones de estilo, es claramente un estilo propio.

El tecladista no pone caras raras al pasar de un sonido de teclas a otro, sabe que todo viene del mismo tejido nervioso sagrado. El Hammond ta pegado al contrapunto de la batería, literalmente pegado, ya que el platillo crash lo tenía casi cortándole el bicep derecho (el que lleva la sangre para solear).
La chancha de la bata cachetada a la mejilla fresca mal acostumbrada: ¡qué bien les sienta el invierno a la Hola Pendeja!

Se dieron el lujo de un tema cantado por el bajista (cantante de la Agrupasión Pazión y Los Bradley) en un inglés sin alardes, preciso y buscando la cadencia (dejada de lado por muchos) por sobre la esencia (lo esencial tan vendido como la posta hoy en día que ya nadie sabe que es). La trompeta y la voz compartiendo el mismo micrófono…

Fue una de las mejores fechas porque, el disco que hicieron cada vez queda más lejos, pero no como algo reprimido, crudo o imperfecto (cf. Crítica del disco, la primer publicación del blog), sino como aquel primer portazo, aquella primera corrida para alcanzar los esquives del colectivo que los llevaría más lejos, muchos más lejos que Puente Saavedra, Avenida de los Constituyentes, Necochea o Montevideo.
Ahora el colectivo frena en todas las paradas y ellos suben y bajan y llegan a tiempo.

La viola cada vez conjuga más el juego de su volumen con su estilo de decir por encima de lo que está pasando.

El saxo, la trompe, el hi-hat, el efecto marca registrada del tecladista, la guitarra marcando acordes que se diluyen en pequeños solos (hasta que nace el solo principal), y el bajo grueso y que tira los dobleces, los fills y la magia justo ahí donde no sabíamos que lo estábamos esperando… Todos siguen armando grandes melodías y rítmicas que se dibujan y desdibujan en el retrovisor de la retina del ojo y así Hola Pendeja crece, progresa y va hacia adelante.

jueves, 5 de abril de 2012


DEBUSSY Y DARWIN

“Danza ella sola su danza, en el puente sobre el estanque de los nenúfares, y el viento sopla”


Debussy es el pincel y la pincelada impresionista sobre nuestro jardincito, nuestro balcón, o la plaza de nuestra citate eterna. Debussy es todo lo que necesitábamos de la orquestación denominada “clásica”. Es el arreglo en diálogos de instrumentos, fin de siglo, clase alta y clase media pujante.
No es el progreso industrial sino la esperanza de paz en la Europa la Eterna. Y esa esperanza es tan bella, tan hermosa, tan rica en detalles y mínimas siluetas que nos deja en éxtasis en unión con la pincelada. ¡Oh maravillosa danza!
…Y Claro que nos damos cuenta de la fuerte impresión of it all.
Quisiéramos vestir esa impresión cual vestido de gala en algún palacio, al compás de un vals grandioso, un chandelier brillante colgante, las cortinas altas largas y adornadas, los camareros pasando con los diversos platos, el chinchinear de copas de espumante…

Y no es el glamour asfixiante post Hollywood, sino la auténtica primavera Francesa: el clasicismo sin el snobismo, el clasicismo de la mano de Apolo por el jardín de Dionisio (y no al revés), el clasicismo sin el didactismo de una película de Disney como fondo, el clasicismo puro, una rapsodia de ángeles que brota desde un patio donde juegan niños y niñas embebidos en el viento, la luz, la sombra, el verde, y el azul, y el violeta. Los impresionistas fueron los primeros existencialistas (¡el naranja y el marrón en la misma piel!). Conscientes de la existencia efímera de la luz, optaron por abrazarla y emborracharse tanto en el bar como al descampado, ebrios y ansiosos, pelos sucios y llenos de óleo.
Los impresionistas son, hasta hoy, casi la máxima revolución de los ojos y el agarre del pincel. Porque no es la mano quien agarra el pincel, sino el viento y la vida que sopla en todas las criaturas. ¿Por qué se enojaron con Darwin? ¿Acaso no fue él quien mostró, en la poesía que surge del atril de la Ciencia, que todos somos hojas del viento?