miércoles, 23 de mayo de 2012


Por Pocho Sabogal
La cantidad de nombres de artistas, curadores, gente del under, bares. Nombres de críticos de acá, de Europa, de USA, de cualquier parte. Nombres de calles donde juntarse a zapar, a tomar una birra, a tomar unos mates. Juntarse para intercambiar otros nombres. Buscarlos en la web. Mensajearse, mandarse párrafos que expliquen esos nombres, que den fechas, que expliquen esas fechas.

En fin, la erudición, tiene un gustito hermoso pero es claramente un círculo vicioso, o en su mejor caso, un espiral que nos allega al centro donde nos espera, eso pensamos, un sillón, una cama, algo donde tirarnos y descansar y disfrutar de UNO de todos esos nombres.

Con los años los nombres se multiplican, las modas, los géneros, las maneras de entender, los actores, directores, las imágenes, los museos que hay que ir a ver, los blogs que hay que leer.



La erudición va en contra de la sabiduría. La erudición va hacia atrás pero con las ansías de entender el ahora y si se puede lo que se viene. Es la ansiedad más ansiosa, el mandibuleo del cerebro y los dedos y los ojos que van de izquierda a derecha. Todo mandibulea.

La erudición atenta contra la propia cultura que la permite: la cultura letrada. La palabra. La palabra que fija, pero hasta ahí, y por eso buscamos nuevas palabras... y siempre hasta ahí, en el frenesí de escribir, de escuchar, DE ESTAR LOCO POR HABLAR Y HABLARLO TODO.

Y mientras tanto pagar la cuenta, las birras, encontrar una pareja, pagar el crédito del celular, llegar a tiempo al bondi, caminar o subirse o llevar en auto: cosas, personas.

Nombres.


Foto: Cecilia Szalkowicz, Revista Sauna.



5 comentarios:

  1. parece escrito por un erudito

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  2. La verdad!!! Lo que pasa, me parece, es que nombrar algo siempre nos pone en una situación de poder y superioridad, así como también de pertenencia a un determinado grupo. Lo más preocupante es que de tantos nombres, el que menos pronunciamos es el nuestro (será que no lo sabemos?)...

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  3. Es verdad, nombrar es poder (¡Foucault!). Tanto como acción de posibilidad como poder (facha) en sí.

    Supongo que no nos nombramos a nosotros mismos porque sentimos que no estamos definidos, o nos hacemos los que escapamos toda categoría. Por un lado es cierto, porque todos somos únicos pero otro lado nos gusta la polémica, o al menos nos molesta tener un nombre fijo por tantos años. Bienvenidos los apodos no?

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  4. Nombrar puede ser erudito. Pero también obliga a hacerse cargo. Entonces, fue el silencio; mutis por el foro; el último apague la luz. Me parece íntegro defender el error, como en otro post. También el error de nombrar al tanteo, y -no queda otra si uno quiere ser fiel a eso que va viviendo por ahí que se llama como creemos llamarnos-. Nombrar es jugársela, sabiendo que tal vez no acertemos nunca, si es que existe el acierto más que el acto en sí mismo. ¿Juegos retóricos? Tal vez sí. O no. Vamos entonces a la erudición: "Encontrar es decir", de Edgar Bayley
    jajajajaja
    Muy bueno, che

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  5. Es verdad lo que decís: hay que hacerse cargo en algún momento, hay que arriesgarse aunque uno quede "mal" para otros. Y buen qué se le va hacer, tampoco vas andar silenciando tus nombres y las ideas solo porque querés quedar bien con la Enciclopedia Britanica.

    Paul Auster dice que solo los que saben contar las historias que les pasan, realmente las han vivido. No habla de un lenguaje específico, sino más bien la posibilidad de recordar la vida que se vive porque nadie nos quita lo bailado.

    Y como nombraste a Bayley dejo también unos versos suyos:

    "al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo, tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas, nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada"

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