lunes, 18 de junio de 2012


CRÍTICA DEL DISCO: TROPICAL SOSPECHOSO
BANDA: POROTO SUPREMO
SÁBADO 15/6/2012

“Hay una poca de gracia y una copa de dubitación”
Verso del tema: Garchemos en la selva después de escuchar esta canción. (PS)

Por Pocho Sabogal
Sospechaba algo. En una semana tan extraña de tantos climas, sospechaba algo. Finalmente llegó el disco debut de la banda del conurbano Poroto Supremo: Tropical Sospechoso. Y claro, estos muchachos sospechan de todo y juegan con las palabras (sospechan de su poder referencial) para tejer un gran mundo imaginario. Son tejedores de sueños como define Laurent Tirard[1] a Almodóvar y a David Lynch.

“Tropical Sospechoso” quizás porque nuestro país tiene un clima cambiante, y lo tildan de tropical por estar cerca de Brasil y Paraguay. Por otro lado, lo podrían tildar de sospechoso por estar lleno de sospechosos y “sos pechosa mi amor” para parafrasear el lenguaje de “los chicos de hoy”.
¿Los temas son los mismos o no?: mujeres, música, desamores, sueños, personificaciones (o mejor dicho, metamorfosis).

Sospechaba que iba a ser bueno y lo fue. Grabado en el verano, Enero de este año, los Poroto traen 6 tracks donde muestran su imaginario y despliegan sus duendes, ofreciéndolos insistentemente, sobre nuestro jardincito.
La posibilidad de grabar como se debe, en este caso, en estudios ION, les da cancha para enderezar las borracheras de aquellos bares donde gritábamos entre todos “Supremacía Poroto”. Ya no hay que correr a comprar cerveza porque arranca el tema, ya no hay que eructar para abajo para no embocarle en la jeta a algún espectador, estamos listos y nos enchufamos.

Un disco que promete desde el inicio (acordes iniciales de guitarra pasados por phaser) visiones diablescas y chiflidos de angelitos culones. El disco se vale de un aire de tango a despecho y a garganta trabada, con los unísonos entre piano y bandoneón (el bandoneón siempre a su rubato[2] propio interno) y las letras que trapean las orillas de este río platino que gritamos desde Misiones.

En el track 2 “Jackie Chan” el sonido de la guitarra prevalece, pero cuéntase otra historia esta vez. Sintiendo el trémolo natural del bandoneón, viajamos con la voz “hacia aquella fantasía, esa que ocurriera en la lejana China”. Nuevamente surge un personaje de ensueño, de habilidades sobrenaturales, ajeno a este mundo occidental que nos barajan desde arriba. Las teclas nuevamente, como en el track anterior, entran para descollar la hipnosis reinante que gracias a la Supremacía mantienen el bajista y el batero. Un ritmo de marcha de formación y de balada de cumbia. Así las palabras se asientan en el vacío, donde por momentos, surgen estrellas fugaces de la mano de una segunda guitarra, pequeños punteos, pequeñas estrellas sobre el firmamento.
Jackie Chan viene desde la infancia fines de los 90’s y principios del 2000, mostrando una feliz unión globalizada: las tres películas, creo que hay 4, de Rush Hour. Un afroamericano, Eddie Murphy y un oriental basado en Los Angeles (el compañero Chan[3]), salvando a Estados Unidos de problemas “de escala nacional”. También hoy, entre turistas y promesas de inversiones, promete la “lejana China” salvarnos, en este caso a nosotros argentinos, pero no con un karateka bonachón claramente.

¿A quién se la pone Jackie Chan?

Hay un mundo de sonidos de arcade (Pacmans sueltos andando por nuestras neuronas sabrosas) que descuellan desde la elección de teclas de Sancho Poison que prioriza el sonido, el caos, el Monk, el revuelco contra el adoquín, antes que el Nord Electro, el teclado caro que venden en los shoppings. Claro que está el piano de cola que enfunda los telones de fondo (arpegios en por ejemplo el track 4) entre dos guitarras y una batería corpulenta… una batería que como un ogro avanza hacia nuestro espejo… un redoblante sin las alhajas que nos añeja en un espiral descendente. ¡oh bello circo que erigen estos muchachos!
La voz susurra cada tanto ese “Jackie Chan” que vestíamos de niños, que jurábamos ser para salvar alguna princesa, que jurábamos ser para salvar hasta el mundo de la terrible debacle.

El track 3 es una cumbia bailantera, con sus momentos de psicotrópicos y su momento de épica de ceviche y algo más. Los nombres de ¿las personas-personajes? llamándolos para invitarlos a la bailanta, a ver si vuelcan el vaso, si mantienen el ritmo y siguen el paso. La melodía inicial que entrecruza la cumbia con el tango… Cuántas olas trae el Río de la Plata si uno le canta con amor y pecho y no mirando para abajo sin comprar el choripan.

Poroto Supremo iza las velas y rema por los caudalosos riachuelos de este mundo posmoderno. No dan explicaciones de porqué uno puede transformarse en estatua (track 6), ni pierden de vista la veracidad de que repetir es convencer (track 1), en otro orden de las cosas: repetir es olvidar y olvidar es soñar.

“Garchemos en la selva después…” (track 5) es una cumbiancha entre épica y cargada de puerta de baño que se abre pa cualquier lado. Hay que subirle el volumen y sacar el ceviche de la heladera que ya está listo.

Después del garche de la selva y el pescado que besamos, los frenéticos “no sé no sé no sé”… quedamos re duros como una estatua. ¿El placer y el agite nos lleva no?

La estatua grita finalmente, como el Don Juan de Molière que conoce su destino final por mano del convidado de piedra. Hacia infiernos vamos perseguidos por tenedores con dos patas, hambrientos y sedientos.

Claramente el bajo del minuto 3.31 del track 6 tiene hambre.

Y así ocurre la deconstrucción definitiva de este disco. Como si nunca hubiera existido, desaparece, intenta desvanecerse. Es el sueño que se volvió pesadilla. O más bien, la duermevela que hace temblar el cuerpo, en los mejores casos, lo hace transpirar, lo hace perderse en un callejón que se parece a uno que conocemos pero, pero hay algo que cuelga del techo, de un árbol, o de nosotros, hay algo que cuelga que lo hace distinto.

Si no amás la duermevela no amas la vida ni conocerás la muerte cuando te llegue.

 Acá el link. El arte de M.G. Bollati y Flouer Cirone te corta a la mitad, porque "el arte es un jedi". Cuidado: http://porotosupremo.bandcamp.com/album/tropical-sospechoso





[1] En su serie de entrevistas a directores de cine: “Lecciones de cine”. Ed. Paidós, 2010.
[2] Robado en italiano. Expresión que designa la manera de tocar una partitura, una frase. Un tiempo cambiante, fluctuante y a criterio del ejecutante. Si sospechás del rubato, escucha “Laurentide Waltz” de Oscar Peterson.
[3] Su apellido encierra el suspenso, los sonidos que usan los cómics para los efectos especiales o de pelea.

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